Nunca en mi vida había dado tanto seguimiento a unas elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Pero las de anoche me envolvieron. Seguí minuto a minuto todo el proceso (por lo menos la parte que me permitió Edeste).
Les confieso que si bien tenía claro que el voto popular era de Obama, siempre dudé que conquistara el colegio electoral de la forma en que lo hizo. Apostaba a que no lo dejarían pasar por asuntos eminentemente racistas. Pero la justicia se impuso.
La gente demostró su deseo de respirar nuevos aires. Se volcó como nunca a sufragar. Hizo constar su necesidad de cambio; su oposición rotunda a la guerra. La victoria fue inminente.
Desde hoy, la historia se escribirá de otra manera. Y todos nosotros, ciudadanos o no de los Estados Unidos, nos veremos beneficiados de ello. La población joven de ese país y, por supuesto, la comunidad hispana, jugaron un rol decisivo en este gran paso. Celebremos pues este nuevo inicio que tendrá como líder a Barack Obama.
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