Posts Tagged ‘Jorge Gadala’

SEGUNDAS PARTES SÍ PUEDEN SER BUENAS

agosto 26, 2008

El mundo del espectáculo es mucho más que reflectores y figuras despampanantes. Detrás de todo su glamour, alberga muchas vidas que, salvaguardando distancias, son tan comunes como la de cualquier mortal. Gente de carne y hueso.

Está más que comprobado que las estrellas no se libran de tragos amargos. Que no todo lo que brilla es oro. Que son muchas las pruebas que han tenido que superar. Ejemplos sobran. Todos hemos sido testigos de las historias de Milagros Germán con el cáncer; Felipe Polanco (Boruga) y su batalla contra el alcoholismo y un posterior derrame cerebral; Yaqui Núñez Del Risco y su infarto por anemia; Freddy Beras Goico y su problema con la bilis, y Fernando Villalona y sus ataques de hipertensión.

También de pérdidas irreparables como las de Jason (ex integrante de Ilegales), Papo (del dúo Sandy & Papo) y el comunicador y empresario Edwin Gómez, víctimas de tragedias automovilísticas.

Otros casos menos publicitados, pero igualmente difíciles fueron los protagonizados por el bachatero Jorge Gadala y los comunicadores Judith Rodríguez, Jochy Pascual, Claudia Gautreau y -por qué no- un servidor, Samir Saba. Cinco sobrevivientes. Cinco jóvenes del medio artístico cuyas historias pueden ser motivos de inspiración.

Entre la espada y la pared

Gadala, intérprete del tema «No vuelvo», estuvo a punto de perder la vida de mano de dos delincuentes mientras llegaba a casa de su pareja: «Recuerdo que estaba en la Núñez con Kennedy llegando a la casa de mi novia en ese entonces. Parqueándome, un carro me tranca. De inmediato los tipos del vehículo me apuntaron con una pistola para que me bajara del mío y cuando intenté hacerlo, noté que se pusieron dudosos. Empezamos a discutir y el que estaba al lado de mí me dio un tiro en la cintura. Así sin más, a quemarropa. Me monté de nuevo en el auto, metí la reversa y me fui manejando hasta la clínica Abel González. Ellos me siguieron en todo momento y me dispararon 9 veces. Afortunadamente, sólo me explotaron una goma y un cristal. Pude llegar a tiempo para internarme».

Judith, al igual que Milagros Germán, es otra sobreviviente de cáncer. Hace unos años fue diagnosticada con el llamado linfoma hodgkin. La actriz y presentadora de Amé 47 asegura que su fuerza de voluntad fue determinante para salir adelante. «Lo tenía en el medio espino. Me subió hasta la vena cava superior. No me permitía respirar bien. Me afectó un poco el pulmón. Tardaron alrededor de 5 meses para descubrirlo y proceder al tratamiento para la recuperación. Me dieron quimioterapia y radioterapia durante unos 8 meses. El proceso fue muy difícil por los efectos secundarios que tuvo: caída del cabello, pérdida de peso, un cambio radical en el hábito alimentario. Ni las defensas ni las energías eran las mismas. Pero soy de las que creo que todo depende de tu mente y la manera en que manejes la situación. Los medicamentos tuvieron un efecto positivo inmediato, pero yo quise ir mas allá y empecé a consultar doctores naturistas que me daban tratamientos paralelos. Además, opté por hacer yoga y caminar para desintoxicarme».

La noche del 4 de agosto de 2006 transcurría tan normal como cualquier otra para Jochy Pascual. Sin embargo, en plena cúspide de su carrera como animador joven de televisión, bailarín y rostro de importantes marcas comerciales, vio como el destino le hizo una mala jugada. «Eran las 7 de la noche cuando otro vehículo se abalanzó contra mí. No recuerdo ni siquiera el impacto, sólo las luces viniendo hacia mí. Irónicamente, la primera imagen que me viene a la mente es la mía parado. Salí volando del carro. La fuerza centrífuga me sacó del vehículo. Caí del otro lado de la calle, encima de un letrero de publicidad. Tengo que agradecerle a la gente que me socorrió mientras estaba en el suelo ensangrentado. Tuve dolor después, cuando recobré la conciencia».

Jochy afirma que los dolores que sentía le llegaron a desesperar: «Nunca había tenido un dolor tan intenso como el que sentí en el antebrazo cuando se me pasó la anestesia. Sentí desesperanza al no poder mover las piernas durante cuatro días. Estaba muy preocupado. Hasta que no empezó a bajar la inflamación del cuerpo y se me investigara no se podía hacer mucho. Hasta tenía líquido en el bazo. Estaba muy conciente de lo que ocurría. Cuando los familiares más cercanos, lejos de darme aliento, se quedaban perplejos cuando me veían, me daba cuenta de que yo no estaba bien. Empecé a mentalizar. Los médicos nunca te dicen nada. Decidí ir poquito a poco. Al ver que podía mover algo las piernas, hice que me levantaran. Me miraban con expresión de qué va a pasar con él, como si vieran que mi carrera estaba terminada. La gente decía: tan bello que era, y yo decía: ay, Dios mío». Le dieron varios puntos en la cara.

Claudia Gautreau, por su parte, nunca imaginó que la Semana Santa del 2005 pudo haber sido la última. La chica que durante años se destacó como modelo, comunicadora y actriz estuvo a punto de engrosar las estadísticas de accidentes automovilísticos con finales fatales durante sus vacaciones en Hatillo, Palmar de Ocoa. Su historia es dramática:

«Durante nuestro segundo día allí, un amigo de mi esposo, mi esposo y yo decidimos subir una lomita en la camioneta L200 en la que andábamos. Mi esposo conducía. Yo estaba a su lado y nuestro amigo detrás, sin cinturón. Coincidencialmente, otra camioneta igual a la nuestra también subía, pero por el extremo opuesto y una vez arriba chocamos. Las bolsas de aire se dispararon. El impacto me privó. Mi esposo se dio en la frente con el cristal delantero y se fracturó la rótula de la rodilla izquierda, y nuestro amigo se partió la cabeza».

La negligencia médica pudo haberle provocado serios problemas: «Dios no nos desamparó. Mandó otra camioneta donde estábamos. Su conductor tenía un ‘sleeping bag’ y me acostaron sobre él. Luego, pasó un motor al que le pedimos buscar una de las ambulancias que resguardaban la zona y me atendió un médico haitiano que me dijo que no me moviera. Me llevaron a un hospital cercano en el que me hicieron una radiografía, y en la que supuestamente salía que yo estaba perfectamente bien, pero yo sabía que no. Un funcionario amigo de los padres de mi esposo me trajo para la capital en una yipeta y me llevaron a Corazones Unidos. Me hacen otra radiografía y determinan que me había roto las vértebras L4 y L5. Me entablillaron completa, me subieron en una camilla de palos y como destino final me trasladaron hasta la Plaza de la Salud».

Su cruz apenas comenzaba. Una vez en Plaza de la Salud le colocan un corsé de fibra de vidrio, le disponen 8 meses en cama e intensas sesiones de terapia para probar si podía caminar. «Pude haber quedado paralítica o cuadrapléjica. Luego de varios estudios, los médicos deciden esperar a ver cómo progresaba la fractura antes de operarme. Me tenían sedada todo el tiempo por lo fuerte del dolor. Yo estaba desesperada. Me daban unos ataques de nervios e histeria increíbles. Imagínate, para entonces yo tenía 23 años y un hijo que todavía no cumplía el año».

Los visitantes habituales de esta bitácora recordarán que hace poco más de un año reseñé aquí mi caso. Para no ser reiterativo, en esta ocasión me limitaré a hacer un extracto del post en cuestión: «Me caí de un cuarto piso, a la edad de 6 años. El impacto de la caída lógicamente dejó sus consecuencias negativas. Los daños provocados fueron tres, unos más graves que otros. Todos los intestinos se me perforaron, me rompí el brazo izquierdo y además me hice una leve fisura en la parte lateral izquierda de la cabeza. Al día siguiente del accidente, me operaron de los intestinos para tratar de recomponerlos. Para colmo de males, la operación degeneró en una “oclusión” intestinal (situación obviamente de peligro). Duré 4 días en cuidados intensivos. Cuando todas las esperanzas -incluso la de los doctores- parecían desvanecerse, mi mamá decidió jugar su última carta e insistió en que se me volviera a intervenir quirúrgicamente, a pesar de los riesgos que la decisión pudo haber acarreado. Así fue. Doce días después de la primera intervención, me volvieron a operar. Y hasta el Sol de hoy. Duré más de dos semanas ingresado en el Centro Médico UCE, de la avenida Máximo Gómez».

Segundas partes sí pueden ser buenas

Si hay algo en lo que coincidimos Jorge, Judith, Jochy, Claudia y yo es en que estas experiencias nos cambiaron la vida. En que estas segundas oportunidades nos han hecho mejores personas. He aquí lo que opina cada uno en este sentido:

Jorge: «Yo estuve acostado durante tres meses. Sin poder hacer nada. Aproveché para componer las canciones de mi disco. Y me puse a pensar en muchas cosas. Me di cuenta de que uno tiene que hacer lo que quiere rápido, pero sin prisa, porque uno nunca sabe hasta cuándo está aquí. Me enseñó a valorar más el tiempo. Dejé todo lo que me hacía perderlo. Te confieso que cuando pasó esto yo tenía muchísimo interés en saber quiénes fueron los responsables y agarrarlos, pero al mes pedí que dejaran la investigación de lado. No quería reconocer a esa gente, y lo dejé así. Aprendí mucho. Aprendí a perdonar y a reconocer quiénes son los amigos de uno. Mientras estaba en la clínica, siempre me visitaba mucha gente, pero durante la recuperación, no había casi nadie a mi lado. Sólo dos o tres personas que me ayudaron a moverme y a darme aliento. Esos son los amigos».

Judith: «Hubo momentos en que sentía que no podía caminar y me daba impotencia. En ese momento es cuando uno valora como nunca la amistad. Hubo gente que me dio mucho apoyo. Fue una experiencia que me dio más fuerza. Se me quitaron las vendas de los ojos. Vi la vida de otra manera. Me volvió más sensible ante los problemas de los demás. Uno despierta de un letargo. Eso me sacudió y visualicé las cosas con más madurez y proyección. Soy una mujer más decidida».

Jochy: «La parte más difícil es cuando todos se van, luego de visitarme, la soledad… Psicológicamente es peor que las mismas lesiones físicas. Son tantos detallitos dolorosos, que se mejoran, llevan tiempo, pero mientras tanto los vas sufriendo. Siempre había buscado dentro de mí. Y pensaba que había llegado al fondo, pero ese choque psicológico te hace ver lo que es verdaderamente importante en la vida. Aprendemos a disfrutar las cosas simples, gratis de la vida. Cuando descubrí eso, me acepté como soy. Para mí fue algo muy triste. Estaba subiendo como la espuma; era mi momento. Tal vez la vida me quiso decir que estaba subiendo muy rápido. Empezar de cero ahora es tener la oportunidad de recomenzar».

Claudia: «En Plaza de la Salud me sometieron a un intenso proceso de rehabilitación. No sabía caminar. Me pusieron a gatear otra vez. Y es que, el cerebro se olvida de que algunas partes del cuerpo se mueven, si se mantienen inactivas. Me daban ‘vertilización’ todos los días. Mucha gente oraba por mí y gracias a Dios no necesasitaron operarme y caminé antes de lo estimado. Hoy estoy casada, y con un segundo bebé de 11 meses. Estoy en este mundo para algo. Ni los doctores podían creer la pronta recuperación que tuve. La vida te cambia porque aprendes que en cualquier momento la luz se te apaga. Siempre he creído en Dios, pero cuando buscas de él y comienzas a conocerlo, le das más gracias aún de que exista. No me volví monja ni mucho menos, pero soy mejor persona y aprovecho al máximo cada minuto. Sufro de dolores de espalda todavía, pero estoy viva, caminando y corriendo. Dios obró en mí. Yo creo que fue un milagro».

YO (Samir Saba): «Debo decir que le adjudico al accidente la responsabilidad de que nunca más volviera a hacer travesuras. Creo que el golpe de la caída despertó en mí “otro yo”. Un Samir Saba mucho más tranquilo, más estudioso, menos hiperactivo, más disciplinado. O sea que también tuvo sus ventajas. Desde ese septiembre de 1987 no han sido ni una ni dos las personas que me han insistido en que lo mío fue un milagro auténtico y que continúo vivo para cumplir una misión. Pero, cuál es. Aún la desconozco. Tampoco soy el ser más religioso que puedan conocer, sin embargo, espero que Dios me dé el privilegio de conocer a la mayor brevedad posible cuál es su plan conmigo. Por lo pronto, sé que estoy muy agradecido de esta segunda oportunidad; de este renacimiento que tantas cosas me ha dado, que tantas experiencias (buenas y no tan buenas) me ha regalado, porque todas han ido dando forma a un Samir Saba que hoy por hoy a lo único que aspira es a hacer lo que su corazón le dicte y a servir de ayuda para los demás».

NOTA: Todas las declaraciones son inéditas de este blog. Las únicas que no nos pertenecen son las de Jochy Pascual, pues por asuntos de tiempo, decidimos reproducirlas de una entrevista que Maruchi Vigil le realizara hace ya un tiempo en el programa de TV «Nuria».