
La creación de redes sociales por Internet ha tomado mucho auge. La demanda es avasallante. Su rentabilidad impresionante. Todos los días surge una nueva alternativa que repite los recursos de las ya establecidas y que, de vez en cuando, incorpora elementos novedosos. En suelo dominicano las dos más populares son Hi5 y Facebook. Hi5 mantiene su reinado, pero Facebook le está dando la batalla y con fiereza.
En un principio, yo era de los que se resistía a la idea de migrar de una a otra. Estaba muy conforme con las herramientas que me proporcionaba Hi5 y no veía la necesidad de entrar a Facebook. Pero fue tanta la insistencia que recibí por parte de los allegados, que terminé dando el paso. Y siendo honesto no me arrepiento. Fue una muy buena decisión. Aún conservo mi perfil de Hi5, pero desde que conocí a fondo los beneficios de la competencia, lo tengo muy descuidado. No le presto suficiente atención. Lo sé.
La interactividad que identifica al Facebook no tiene comparación. Es sumamente interesante que se pueda chatear, compartir fotos y archivos de video entre usuarios y encima anunciar la realización de eventos desde un mismo sitio que, como si fuera poco, se encarga de mantenernos al tanto de todo cuanto sucede en la vida de los amigos en común. Allí no hay secretos de ningún tipo. Y son precisamente esas exclusividades las que lo vuelven adictivo.
No conozco a la primera persona que no haya caído rendida ante Facebook. Pasar por allí, por lo menos una vez al día, se hace de rigor.
Sergio Carlo, querido amigo y colega, es uno de los que se ha dejado atrapar por su magia. Los que tenemos el privilegio de formar parte de su lista de contactos, sabemos que es uno de los que día tras día se dedica a alimentar su perfil a través de constantes cambios de estado o la inclusión de nuevas y divertidas aplicaciones, fotos y videos.
Precisamente por eso casi podría jurar que ayer todos nosotros quedamos desconcertados cuando nos topamos con un «friend request» suyo. Al menos así reaccioné yo. Las preguntas que generaba su iniciativa eran obvias: ¿Para qué abrió otro perfil? ¿Acaso no tiene oficio? De todas maneras, no dudé en aceptar su solicitud. Inmediatamente inspeccioné el nuevo perfil y me encontré con la -muy cómica- foto que ilustra este post.
En el día de hoy, y cansado de tantas especulaciones, el co-conductor de «Chévere Nights» optó por subir un video en el que ofrece las explicaciones de lugar. Él asegura que Facebook le canceló la cuenta porque el lunes estaba tratando de contactar a unas personas con las que quiere hacer una negociación importante y envió varios mensajes con el mismo texto. Y si bien es cierto que esa no era su intención, Facebook lo asumió como un «spam». Los responsables de la página le hicieron una advertencia que él ignoró y he ahí el precio que le tocó pagar en esta ocasión.
Qué duro. Lógicamente está tan desesperado por recuperar todo lo que adornaba su anterior perfil que hasta llamó a los ejecutivos de Facebook y ellos ni caso le hicieron. El pobre, lo entiendo perfectamente. Yo, en su lugar, también estaría así o peor. Así que ya saben, aprendan de la experiencia. Eviten el mal rato.