Todavía recuerdo la emoción que sentí al recibir mi primer cheque. Qué rápido pasa el tiempo. Es increíble. Si hacemos cálculos, de eso hace ya casi ocho años. Fue a principios de octubre de 2000. Editora Listín Diario fue mi primer empleador.
Aunque nunca estuve en nómina, en ese momento acordamos un pago por concepto de «igualas» mensuales. Es decir, no tenía que regirme por un horario de trabajo. Con el destacado periodista y crítico de cine Félix Manuel Lora a la cabeza, William Vargas y yo hacíamos una especie de «crossover» de reporteros a redactores de planta. Pasábamos a formar parte del nuevo experimento de la compañía, la fusión de «Listeen» y «Evasión». Revistas que circulaban los domingos y los viernes respectivamente.
Todavía hoy considero que la iniciativa no fue la más acertada, y que «Evasión» no necesitaba de ella para mantener su nivel de lectoría, sin embargo, tanto William como yo no dudamos ni un segundo en aceptar el reto. Estábamos fascinados con la idea de que luego de varios años colaborando con el Listín a cambio de la «nada despreciable» suma de 100 pesos por cada artículo publicado, por fin no íbamos a tener que seguir cargando con la cruz de recortar nuestros trabajos para posteriormente entregarlos como pruebas para tramitar el pago.
Pero lo más impactante fue cuando vimos el monto de nuestro primer cheque (aquí suenan redoblantes a todo volumen): 5,000 pesos. Wow. Las caras de sorpresa y de felicidad que pusimos ambos es indescriptible. No nos dábamos por nadie. Nunca antes habíamos tenido en nuestro poder una cifra con tantos ceros. No sabíamos qué hacer con tanto dinero en mano.
Los cinco mil pesos fueron determinantes para que entregáramos lo mejor de nosotros al producto en cuestión. Nos llegaron de sorpresa, pero sirvieron de estímulo. El nivel de compromiso había incrementando considerablemente. Nos sentíamos con la responsabilidad de no defraudar a quienes apostaron por nosotros. Y fue precisamente ese espíritu el que contribuyó a hacer del proyecto una realidad. Éramos como una familia.
Es por eso que siempre he criticado a quienes creen que dando sus primeros pasos en la Comunicación, no sólo se volverán famosos de la noche a la mañana, sino que además se harán de dinero. Las cosas llevan su tiempo. Apresurarlas es un error. Uno las valora mucho más cuando surgen a partir del esfuerzo demostrado.