Durante años lo deseé, y finalmente se me dio. Estoy pasando mis vacaciones en la ciudad más imponente del universo.
Desde que me bajé del avión tuve la sensación de que viviría momentos repletos de aventuras, de nuevas experiencias. No me equivoqué. Nueva York en Navidad es incomparable.
Debo confesar que los primeros tres días fueron de total inactividad para mí. El frío era tan fuerte que preferí quedarme entre cuatro paredes hasta que me acostumbrara a él. Al principio, fue bastante inquietante, y al mismo tiempo gracioso.
Incluso dentro de la casa de mi hermano -donde me estoy hospedando- me la pasaba «all the time» vistiendo un coat, una bufanda y guantes. Ríanse, pero no me quedaba de otra. «I was freezing», y obvio, enfermarme no era una opción. Llegué a ver un poco de nieve y mucha lluvia.
El miércoles, sin embargo, ya estaba listo para emprender la huida y así lo hice. En compañía de Emir tomé el bus X1 rumbo a la ciudad (me estoy quedando en Staten Island) y nos dispusimos a caminar durante horas junto a su mejor amigo, Angel.
El tráfico estaba insoportable, pero eso no impidió en lo absoluto que cumpliéramos a cabalidad nuestro plan de acción.
La primera parada fue en Rockefeller Center. El árbol de Navidad y la pista de patinaje sobre hielo que han habilitado allí son sencillamente im-pre-sio-nan-tes. Luego seguimos nuestro recorrido por la 42 street y todas las zonas aledañas (fueron casi tres horas a pie, sin parar).
Por supuesto, también nos dirigimos a Central Park -que estaba hecho hielo-; a Time Square -donde aproveché para comprar el nuevo CD de Guns ‘N Roses en Virgin Records-, y a la catedral de St. Patrick -a la cual nunca había entrado-.
Como era de suponer, todos y cada uno de los edificios de la ciudad están completamente iluminados. Mientras más rascacielos veía, más tiempo duraba con la boca abierta. Sorprendente el esfuerzo que ponen en decorarlos y la cantidad de dinero que se pueden llegar a gastar en ello. Pero, sin duda, el resultado vale cada centavo.
Lo que no me imaginé fue que en cada esquina me encontraría con gente bailando y cantando o con un personaje animado diferente. Santa Claus, Elmo (había docenas de ellos), Spiderman o Infinity son tan sólo algunos de los que han tomado por asalto la ciudad para hacer su agosto, en pleno diciembre.
TO BE CONTINUED…