
2005 fue mi mejor año. Estoy más que convencido de ello. Desde el primer día, me regaló experiencias inolvidables: la producción y conducción del proyecto más relevante de mi carrera (Esquina 37), muchos ingresos y premios, viajes soñados.
Aunque la ciudad de Los Ángeles no llenó mis expectativas -para mí era más glamorosa-, haberla visitado resultó interesante. Caminé por el famoso paseo de la fama y me di el gusto de pisar por mí mismo a Britney Spears y a Ashley y Mary Kate Olsen, me encontré con la hermosísima Charlize Theron -sin una gota de maquillaje- mientras llegaba en su jeepeta Range Rover al autoservicio de Wendy’s, y cubrí los prestigiosos World Music Awards, evento que organiza cada año el principado de Mónaco para celebrar las altas ventas de las principales figuras del mundo de la música.
Por el teatro Kodak desfiló medio Hollywood: Bon Jovi, Alanis Morissette, Destiny’s Child, Carmen Electra, Pamela Anderson, Melissa Etheridge, Hilary Duff, Carlos Santana, Mariah Carey, Amerie, Rihanna, Ricky Martin, Bai Ling, Kelly Monaco, Raoul Bova, Antonio Sabato Jr., Daryl Hannah, The Killers, Traci Bingham, Paula Abdul, Snoop Dogg, Anna Kournikova, Nick Lachey, Sharon y Kelly Osbourne, Victoria Silvstedt, Toni Braxton, Michelle Branch, Stevie Wonder, Delta Goodrem, Babyface, Patti Labelle, entre otros.
Desafortunadamente, a la hora de hacer las entrevistas esa larga lista se redujo a Ricky, Carmen, Melissa, Raoul, Daryl, Anna, Bai Ling, Kelly, Victoria y Toni. Más que nada por asuntos de tiempo.
Los que me conocen saben que tengo muy mala memoria, pero muchas son las cosas que recuerdo de esa noche:
1) En el momento en que los organizadores de la ceremonia me dan la oportunidad de preguntar lo que quiera a Carlos Santana, opté por hacer mi intervención en español. Lo hice por dos razones: primero porque estaba cubriendo para un medio dominicano y segundo porque él es mexicano y no iba a tener inconvenientes en responderme en mi idioma. Mi iniciativa provocó una reacción en cadena en la sala de prensa. La mayoría de los medios anglosajones la consideraron inoportuna, por lo que tuve que replantear la pregunta en inglés. O sea que, como verán, me llevé mi «boche». Gajes del oficio.
2) Toni Braxton fue la última en llegar. Sin embargo, fue la más amable de las estrellas. A pesar de que sus manejadores la arrastraban con prisa al auditorio, ella se impuso y me concedió un par de palabras.
3) Me quedé perplejo cuando Dafne (quien para entonces era mi compañera de trabajo) regresó del baño en uno de los recesos y me contó que la mismísima Beyoncé estaba en la puerta esperando que ella saliera para poder entrar. Siempre pensé que los artistas tenían sus propios baños asignados en ceremonias de esta magnitud. Al parecer, cada evento tiene su librito en este sentido.
4) Amerie me demostró que es poseedora de un alto sentido del compromiso social al revelar sus proyectos para colaborar con el reestablecimiento de las familias que quedaron afectadas por los embastes del huracán Katrina en New Orleans.
5) Mariah Carey era la celebridad más esperada por los medios y la que más se hizo esperar. Fueron muchas las cosas que me llamaron la atención de ella: Estaba full en sobrepeso y aún así usaba minifalda. No quiso hablar con los medios. Sólo entró a la sala de prensa para ser retratada. Y, como si fuera poco, un séquito de gente impresionante se la llevó «más rápido que decir berenjena».
6) Una vez concluida la ceremonia, Dafne y yo decidimos completar la aventura accesando al área «backstage». Allí me encontre con dos grandes: Usher y Kid Rock.
Kid Rock fue muy buena onda. A pesar de que estaba rodeado por una decena de mujeres despampanantes, cuando me identifiqué y le pedí una foto no dudó en complacerme.
Usher, por su parte, se hizo de rogar. Y de qué forma. Le insistí varias veces y ni caso me hizo. Todo el tiempo me ignoró. Yo, como él estaba muy pegado en ese momento con canciones como «Yeah», «Burn» y «Confessions», le caí atrás y lo seguí hasta su camerino. No quería dejar de retratarme con él.
La novia de Usher (su ahora esposa) se sintió mal con el trato que él me dispensó y me dijo muy gentilmente que le esperara unos minutos afuera, que no me moviera de ahí, que me iba a ayudar. Eso hice, y Usher salió de su camerino a hacerse la foto.
Su actitud dio un giro de 180 grados. Me preguntó que quién era yo, de dónde era y que si me gustaba su música.
Me he pasado el día buscando la foto de Kid Rock y todavía no la encuentro. Más adelante, la subo por aquí. Pero mientras, aquí tienen la de Usher, una muestra de que el que perservera, triunfa.