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LA URINOTERAPIA (LA ORINA COMO CURA)

septiembre 5, 2008

Hace unos años, en una de esas tantas ocasiones en que hago «zapping», me encontré con el programa de humor «Bienvenidos». Uno de los conductores y su esposa -no recuerdo sus nombres- confesaban abiertamente que son fanáticos de la urinoterapia.

Había escuchado el término, pero nunca había reparado en él, por lo que decidí prestarles atención. De entrada pensé que la única forma en que funcionaba era aplicando la orina en la piel. Pero qué equivocado estaba. La pareja comentó que la ingieren oralmente.

No les puedo negar que me dejaron con la boca abierta. Verdaderamente sorprendido. Su método me pareció medio «gross». Luego de un tiempo, comencé a buscar más información al respecto. Más que nada para saciar mi curiosidad.

Por más increíble que parezca, descubrí que también se puede aplicar en forma de gotas para ojos y oídos e inhalar para hacer más fluido el moco y limpiar los conductos nasales obstruídos.

Es una práctica muy antigua y aparentemente tiene muy buenos resultados. Era utilizada en la India, el Tibet, Egipto, Grecia Antigua, y en las civilizaciones inca, maya y azteca. En el siglo XVIII, los dentistas de París usaban orina para limpiar los dientes. Durante la Edad Media era común, en Europa, beber la orina como protección contra la peste.

Aparte de que cientos de médicos alegan que cura alergias y enfermedades autoinmunes, tiene efectos diuréticos y laxantes, es clave para prevenir el cáncer, sirve para combatir infecciones, heridas, quemaduras, úlceras y otras enfermedades de la piel, y hasta enfermedades sexuales. Como si fuera poco, es considerada la más auténtica fuente de juventud. Supuestamente tiene propiedades que contraatacan directa y efectivamente la vejez.

Según http://ar.geocities.com/inebea/URINOTERAPIA.htm, existen seis modalidades básicas de practicar la urinoterapia:

1. Beber la orina una vez por día, al despertar.

2. Beber la orina varias veces al día, siguiendo lo que el instinto indique.

3. Hacer un ayuno completo, tomando sólo agua y toda la orina vertida.

4. Friccionar el cuerpo entero con la orina, principalmente el rostro, la cabeza, el cuello y los pies.

5. Aplicar compresas – paños embebidos con orina – en las áreas atacadas por tumores, ampollas, heridas, hinchazones o quemaduras.

6. Tomar baños de inmersión en agua mezclada a la orina eliminada en las últimas 8 ó 9 horas.

Para aquellos que experimentan gran dificultad para tomar la propia orina hay todavía el recurso de dinamizarla, como se hace con los medicamentos homeopáticos. En ese caso, la persona puede preparar ella misma su medicamento a base de orina, siguiendo los pasos descritos abajo:

1. Separar 10 jarritos y llenarlos con 3/4 de agua.

2. Colocar algunas gotas de orina en el primero, taparlo y agitarlo 100 veces.

3. Verter una gota de esa mezcla en el segundo jarrito y agitarlo 100 veces.

4. Verter una gota de esa mezcla en el tercer jarrito y agitarlo 100 veces.

5. Repetir ese proceso hasta el décimo jarrito.

6. Tomar 5 gotas de la última mezcla 3 veces al día.

Indagando más, por medio de Google me enteré de que varios laboratorios farmacéuticos usan orina de monjas menopáusicas para preparar tratamientos que estimulan la fertilidad femenina: «La orina de las mujeres en la menopausia contiene una sustancia natural, la gonadotropina, que se presta para sintetizar un fármaco destinado a luchar contra la infertilidad. Para disponer de una buena calidad y de grandes cantidades de esta ‘materia prima’, se toman muestras de orina en los conventos italianos, con el consentimiento del Vaticano. Así, gracias a la contribución de las monjas que hicieron los votos de castidad, se logran comercializar-.

Quién lo diría. Soy muy respetuoso de las decisiones de cada cual, pero yo me quedo con las prácticas científicas.

SOY DIFERENTE. I KNOW.

septiembre 4, 2008

Soy diferente. I know. Últimamente he estado reflexionando sobre este asunto. He caído en cuenta de que hay muchos aspectos en mí que no se corresponden con lo que se espera en alguien de mi edad. He llegado a la conclusión de que soy diferente porque…

… No bebo (me refiero, por supuesto, a bebidas alcohólicas -siquiera tragos sociales-). No se imaginan la presión a la que me somete la gente para que modifique mi hábito.

… No fumo (nunca me ha llamado la atención la idea de hacerme daño sólo por gusto. Y obvio, no soporto ser fumador pasivo).

… No bailo (porque no sé; tengo los dos pies izquierdos y, además, soy muy tímido para esas cosas).

… Con el paso del tiempo, he aprendido a tomarle cariño a estar en casa. Me siento muy cómodo en ella. Antes, por el contrario, buscaba todo tipo de pretextos para cambiar de ambiente. Y aún así nunca he sido muy de bonche. No tengo ese espíritu. Difìcilmente me vean en discotecas, bares, cafés o cualquier otro centro de entretención fuera de asuntos de trabajo o compromisos personales muy puntuales y, en consecuencia, ineludibles. No me malinterpreten, no es que no vaya a alguno un buen día. Pero no es común en mí.

… Detesto la playa (a pesar de que vivo en un país tropical, me declaro enemigo del Sol y el calor).

… Soy súper sedentario (los deportes no son para mí, a pesar de que en el pasado practiqué algunos -esto lo comentaré más adelante-).