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ANTE UNA NUEVA Y AGRADABLE REALIDAD

marzo 6, 2009

no-fumar

Muchos son aquellos que me consideran «un chico del medio». En honor a la verdad, me cuesta entender porqué. Es cierto que mi trabajo es público, pero nunca he tenido una vida social súper activa. Sólo escasas veces salgo por diversión. Por lo regular, ni conozco cuáles son los sitios de moda.

Cumpleaños de amigos muy queridos, ruedas de prensa y conciertos poco comunes me han hecho abandonar la cueva últimamente.

Durante estas andanzas, descubrí una situación que, no sólo me tomó por sorpresa, sino que además me satisfizo. Al parecer, yo era el único ajeno a ella. No tenía ni idea de que por disposición del secretario de Interior y Policía, Franklin Almeyda, está terminantemente prohibido fumar en espacios cerrados. Lo mejor del caso: sin distinción.

Tengo entendido que su iniciativa -aguerrida y digna de aplausos- comenzó a tener efecto a finales de diciembre, es decir, justo durante mis vacaciones neoyorquinas. He ahí la razón de mi ignorancia.

Según he leído, esto no es nada nuevo. La medida existe desde hace años y está contemplada en la Ley 48-00. Lamentablemente, siempre fue ignorada. Y gente como yo, que no fuma, terminaba saliendo más afectado de salud que los propios fumadores (eso está más que comprobado en cientos de estudios) y, como si fuera poco, impregnado de un olor tan desagradable como el que caracteriza al tabaco.

Pocas cosas me ponían tan incómodo como esa sensación de suciedad que me atacaba casi por «default» a la hora de ir a bares, discotecas, cafés y/o restaurantes. Me sacaba de mis casillas.

Que conste que respeto a todo aquel que decida despedir humo por sus narices y bocas para botar estrés  (así esté arriesgando su vida). Lo que no comparto en lo absoluto es que se arrastre a los demás a compartir la experiencia. Por eso me sentí tan bien cuando noté que, en medio del concierto de Café Tacuba, un agente de seguridad le incautó un par de cigarros a un grupo de chicas del público.

Ojalá que las autoridades competentes no cedan en su plan de sancionar a los propietarios de aquellos negocios que no cumplan con semejante requisito. Ojalá que la vigilancia se mantenga e intensifique. Ojalá que no se trate de una estrategia con tiempo de caducidad preestablecido diseñada exclusivamente para ganar más puntos a favor de unos cuantos. Nos lo merecemos.